ACABA
En volandas
como si no existiera el avispero
aquí me tienes con los ojos desnudos
ignorando las piedras que lastiman
ignorando la misma suavidad de la muerte
¿Te acuerdas? He vivido dos siglos dos minutos
sobre un pecho latiente
he visto golondrinas de plomo triste anidadas en ojos
y una mejilla rota por una letra
La soledad de lo inmenso mientras medía la capacidad de una gota
Hecho pura memoria
hecho aliento de pájaro
he volado sobre los amaneceres espinosos
sobre lo que no puede tocarse con las manos
Un gris un polvo gris parado impediría siempre el beso sobre la tierra
sobre la única desnudez que yo amo
y de mi tos caída como una pieza
no se esperaría un latido sino un adiós yacente
Lo yacente no sabe
Se pueden tener brazos abandonados
Se pueden tener unos oídos pálidos
que no se apliquen a la corteza ya muda
Se puede aplicar la boca a lo irremediable
Se puede sollozar sobre el mundo ignorante
Como una nube silenciosa yo me elevaré de mí mismo
Escúchame Soy la avispa imprevista
Soy esa elevación a lo alto
que como un ojo herido
se va a clavar en el azul indefenso
Soy esa previsión triste de no ignorar todas las venas
de saber cuándo cuándo la sangre pasa por el corazón
y cuándo la sonrisa se entreabre estriada
Todos los aires azules
No
Todos los aguijones dulces que salen de las manos
todo ese afán de cerrar párpados de echar obscuridad o sueño
de soplar un olvido sobre las frentes cargadas
de convertirlo todo en un lienzo sin sonido
me transforma en la pura brisa de la hora
en ese rostro azul que no piensa
en la sonrisa de la piedra
en el agua que junta los brazos mudamente
En ese instante último en que todo lo uniforme pronuncia la palabra:
ACABA
Vicente Aleixandre, Espadas como Labios